domingo, 2 de agosto de 2009

William Ospina y su manera de contarse la historia


Con su claro acento colombiano y un tono de voz bajo, tranquilo, relajado, seguro de lo que transmite, William Ospina, escritor ganador del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, comenzó a desglozar algo de esos infinitos fragmentos de vida y de consciencia que lo habitan, algunos de los cuales ha decido compartir a través de su obra.

Al preguntársele sobre su manera de contar la historia del continente a través de novelas, aclaró que "en primer lugar es una manera de contármela. Cuando yo me propongo a escribir una novela de estas, sobre estos temas, por ejemplo, de los viajes al Amazonas o cualquier otro, nunca me propongo contar algo que yo sé, sino tratar de contarme a mí mismo algo y de compartirlo con los demás".

Así describió el escritor la manera en la que comienza su aventura al tomar una pluma y plasmar el realismo en algunos casos "mágico", que surge de su interior: "Me parece muy interesante una historia, pero eso no significa que yo la sepa. Significa que quiero profundizar en ella, que quiero descubrir cómo descubrieron la cosas, cómo fueron esos personajes, cómo se sucedieron los hechos, entonces, después de tomar la decisión de abordarlos, es mucho el trabajo para llegar a convertir eso en un relato y en ese proceso están los principales descubrimientos".

Ospina asegura que en muchas ocasiones, las cosas que más disfruta cuando está escribiendo una obra "no las tenía previstas de antemano", sino que "ocurrieron por el camino, me sorprendieron y son las que más agradezco, son las que tenía que escribir el libro, para descubrirlas".

"Tenemos una gran lengua, una lengua que América ha enriquecido, a la que le ha dado vigor, originalidad, y el deber de todos los escritores es serle fiel a esa lengua", consideró.


Es así como este autor, quien también se ha dedicado al periodismo, se convierte en un explorador de experiencias pasadas, presentes, internas y externas, sin dejar de mirar la "la ilusión" que representa el futuro.

"Nadie logra vivir plenamente el presente, estamos por un lado llenos de recuerdos, y por otro lado llenos de esperanzas", uno de los aprendizajes de vida de William Ospina.

"Basta ver cuánto nos aterra la posibilidad de perder la memoria para saber que el pasado es necesario, que es una fuente de salud mental y de salud vital y por supuesto basta ver cuánto nos aterra la posibilidad de perder el futuro", argumentó

"Vivir el hoy es poder vivir los hechos, y también esos recuerdos, y también esas posibilidades".

"Un acto de gratitud" hacia el lector

"Yo agradezco que las personas me lean porque no están obligadas a hacerlo, ni es necesario. Hay tanta buena literatura en el mundo, hay tantos buenos autores, de todos los tiempos, hay tanta literatura clásica, que no hemos acabado de leer, que prestarle excesiva atención a la actualidad no es sensato", así define Ospina su sentido hacia todo aquel que accede a su obra.

"Agradezco mucho a todas las personas que se acercan a leer mis libros. Ojalá encuentren en ellos alimento para su reflexión".

Durante la entrevista que el escritor concedió al sitio en Internet de teleSUR, reflejó un valor que persiste en aquellos que no sólo se dedican a la escritura, sino que completan su labor con uno de los géneros literarios más sublimes.

Con un amplio sentido poético, el hecho de escribir, para William Ospina "es una de las partes que constituyen la vida, en este caso, una vocación, un destino".

"Yo lo disfruto", dijo, con especial énfasis, "realmente para mí es una alegría grande escribir, leer, tratar de pensar y trato de que todo lo que vivo tenga que ver con eso, que no sean como compartimientos cerrados y ajenos".

Complementó:"Sería un error pensar que ser un escritor hace que uno tenga menos responsabilidades ciudadanas, menos responsabilidades familiares".

El compromiso con las realidades del continente

En otra parte de la entrevista, Ospina comentó el "gran honor" y "la gran responsabilidad" que significa para él, haber obtenido el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

Ese galardón le representa "la alegría de estar, de verme aproximado a algunos nombres muy grandes de la literatura, yo diría que abrumador, y la alegría del caso colombiano, de recibir un premio que han recibido no solamente autores a los que admiro mucho, sino amigos a los que quiero mucho, como Gabriel García Márquez (Gabo), Fernando Vallejo, (entre otros)".

Sin lugar a dudas, William Ospina hoy puede abarcar una de las frases de uno de los "grandes" que muchos admiran, auquella que en una oportunidad Gabo expresó: "El compromiso del escritor no es sólo con su realidad, sino con toda su realidad".

Ospina, nacido en 1954 en Padua, Colombia y licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, ha demostrado con sus obras la expansión de su pensamiento hacia los diferentes horizontes del continente y del mundo. No deja de atreverse a explorar y a emitir opiniones acerca de las realidades que albergan a los pueblos del mundo.

Prueba de ello es su más reciente novela "El país de la canela", por la que obtuvo el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

"Si decimos el país de la Canela, es casi como si estuviéramos diciendo el país del café, el país del banano, el país del ganado, el país del azúcar, el país del petróleo. Nuestros países tendieron a especializarse en algo. Y ese país de la canela era una ilusión, la idea de un país en el que sólo se produce canela, como la idea de un país en el que sólo se produce café, o en el que sólo se produce ganado, y yo creo que expresa un poco el drama de América Latina".

Con un sentido crítico, recordó que Latinoamérica es "un continente al que las grandes potencias del mundo, especializaron en la producción de cosas que ellos necesitaban".

Tal hecho mereció su reclamo y aporte. "Una economía sana produce todo lo que su gente necesita, o hace el esfuerzo por producir aquello que su gente necesita y sólo piensa en exportar aquello que les sobra, en cambio nosotros planificamos nuestra economía no pensando en lo que necesita la gente, sino en lo que necesitan comprar en otros sitios", argumentó.

Señaló el ejemplo de Colombia, que se especializó en la producción del café pero afirmó que el país "no era un buen consumidor de café", pues "a la gente se le enseñó a cultivar el café (...) pero no a disfrutar el café".

"Ahí hay una deformación del sentido de la economía, entonces el país de la canela es el nombre de esas muchas ilusiones que hemos vivido nosotros", añadió.

Bajo su lupa, la economía latinoamericana debe estar hecha en función de las necesidades de quienes habitan el continente. "Nosotros deberíamos ser países de todo, países de los minerales, países de la agricultura, países de la ganadería, del azúcar, de la flores, pero en función fundamentalmente del bienestar de la comunidad y por supuesto también del mercado externo pero no como principal prioridad".

teleSUR/ Luinés Daniela Sánchez - MM


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