jueves, 28 de octubre de 2010

Gira de Pblo Milanes por el oriente deCuba



El destacado cantautor cubano Pablo Milanés cantará nuevamente en Bayamo, su tierra natal, como parte de una gira nacional que realizará desde el 5 hasta el 17 de noviembre próximo, en una primera etapa.
La misma comenzará por la oriental provincia de Guantánamo y culminará en Camagüey; la segunda fase se llevará a cabo en enero de 2011.

Milanés se presentará en la ciudad de Bayamo el día 10, en la plaza de la patria, luego de cuatro años sin cantar en esta tierra. En su última visita, el 12 de enero de 2006, la Asamblea provincial del Poder Popular (Gobierno local) concedió la distinción de Hijo Ilustre de Granma al destacado cantautor cubano, quien ofreció un concierto como parte de las actividades conmemorativas por el incendio de la Ciudad Monumento Nacional y la XXI edición de la jornada de la cultura en esta urbe del oriente de Cuba.

Pablo, nacido en una de las principales arterias de esta ciudad es fundador de la llamada Nueva Trova cubana, y autor de temas como: Yolanda, El breve espacio en que no estás, Sandra, La novia que nunca tuve, Para vivir y Pisaré las calles nuevamente, entre otros.

¿Es la juventud, Hedonista y consumista?


Vaya por delante, que con este articulo, no quiero iniciar una disquisición filosófica, pues no soy docto en la materia, ni quiero arrogarme unos conocimientos que no poseo. Aguas , en las que me siento poco ducho.Unicamente soy un obrero asalariado, que ha adquirido unos pocos conocimientos,todo ello, en régimen autodidacta.
Habría que dejar claro, que el Hedonismo en si, como corriente filosófica o como modo de vida , no me parece del todo mal.¿A quién le puede parecer mal,tener como meta, la consecución del placer, tanto espiritual como material,mediante la estimulación sensorial, la del raciocinio, etc..
Existen unos comportamientos que tienden hacia actitudes Hedonistas,asumidos por la mayoría de la juventud, visualizados por mí aquí en el Estado Español,aunque también creo, que en mayor o menor medida, se podían extrapolar a todos los países de la llamada cultura occidental, o mejor dicho, del capitalismo desarrollado.
Vuelvo a repetir, Cuando todos juntos,hayamos construido un mundo mejor.
que aquí no pongo en tela de juicio el Hedonismo, si no , el como y la forma se practica éste en esta sociedad tardocapitalista, por parte, de una amplia capa de la juventud.Rompo una punta de lanza, a favor de la otra porción (minoritaria) de la juventud, que existe y conozco ejemplos de ello, que aunque pudiera asumir algunos valores del Hedonismo, los practica, no utilizando los mismos métodos de la amplia mayoría, que yo aquí quiero criticar.
Fue en la Grecia Clásica donde surgió el Hedonismo, donde quién lo practicara, pertenecia a la clase dominante, que se encontraba libre de las tareas manuales. Es decir, practicado por un segmento de la población,mas bien pequeño, a costa y gracias de amplias capas de la población, sometidas, unas a la esclavitud y otras a menesteres manuales. ¡Que bonito, filosofar y hacer vida contemplativa, cuando no se tiene la preocupación por llenar el estómago y cubrir las necesidades básicas del individuo!.
Actualmente, en nuestra época, hay jóvenes que buscan la obtención del máximo placer,como meta y fin en la vida,,argumentando,consciente o inconscientemente, que vida solo hay una, que el tiempo pasa y hay que vivir el presente. Pueden hacerlo en una amplia mayoría, gracias, a que sus padres les subvencionan la tarea. En la creencia éstos, de que haciéndolo les dan una oportunidad de vivir , que en un futuro ya recibirán los duros envates que trae la existencia, cuando aborden la madurez.
Esto entonces se convierte en un frenesí alocado,por conseguir placer, enfocado en esta sociedad, en un consumo desaforado: de vestidos, ocio, viajes, fiestas, drogas, etc., entrando en la dinámica falsa, de a mayor consumo un mayor placer.
Esta es una tendencia equivocada, esto es un Hedonismo falso,esto no es la obtención de placer y bienestar existencial.Esto es reforzar la dinámica del Mercado y engrosar la acumulación capitalista,asi como, tejer una red que atrapara a nuestra prole indefinidamente en la explotación del capital,convirtiéndose de por vida en esclavos.
Hay que transmitirles valores nuevos a nuestros jóvenes.Que la verdadera liberación del individuo y la posibilidad de su engrandecimiento espiritual, asi como la obténción de un placer enriquecedor, solo vendrá dada, cuando superemos estas actuales relaciones de producción,derivadas de la propiedad privada de los medios de producción.Cuando derribemos este sistema económico injusto, y la estructura que lo sustenta.Cuando abolamos todas las clases sociales.
Vicent Rodriguez kaosenlared

miércoles, 20 de octubre de 2010

La cultura cubana desde el barrio


Si para Martí un pueblo se mide por el tipo de hombre y de mujer que en él se reproduce, entonces la formación de ese ser humano implica también una responsabilidad social de la que nadie está exento.
Carlos Rodríguez Almaguer

“El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos,
en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos”.
José Martí

Cuando el 27 de mayo de 1952, Alejo Carpentier escribía en las páginas del diario venezolano El Nacional, su breve artículo El arte de empezar temprano, no podía imaginar que más de medio siglo después podríamos publicarlo íntegramente en nuestra prensa como parte de lo cotidiano.
“A menudo un padre se nos queja -escribía Alejo entonces- de la ¨frivolidad¨ de las generaciones presentes: ‘¡No sé cómo aficionar a mi hijo a la lectura! Ha cumplido quince años y no abre más que los libros del Liceo… y eso, ¡porque es obligación! ¡Los jóvenes de hoy no leen!’… cuando ese padre ha terminado de lamentarse, tengo siempre ganas de preguntarle:
-Pero… ¿usted o su esposa, leían cuentos, aventuras, al muchacho, antes de que él supiera leer?... ¿Ustedes sacrificaban algún momento, cada día, para hacerle lecturas en voz alta?...”
En el mismo artículo comenta sobre la formación del gusto musical en los niños, específicamente se refiere a una niña: “La respuesta es sencilla. Coloque un tocadiscos en un lugar cercano al de sus juegos, y no deje de hacer sonar -aunque ella no parezca prestar la menor atención a ello- grabaciones de buena música. Pero -¡eso sí!- de buena música. No importa los autores. El timbre de los instrumentos, los diversos climas armónicos del presente y del pasado van torneando una sensibilidad musical, de modo gradual, casi imperceptible, en la prodigiosa materia plástica que es el cerebro del niño. Parece que no escuchó, y puede que así sea, en efecto. Pero siente, sin darse cuenta. La sinfonía le va entando por los poros. Y un día se detiene de jugar para agarrar, al paso, un tema cuya rara sonoridad de flautas y arpas le halaga el oído de modo animal, por así decirlo. Cuando esto se logra, puede afirmarse que su musicalidad está en marcha”. Y concluye este artículo el autor de El siglo de la luces comentando el hecho de que en el sitio donde solía comprar sus discos, los clientes más exigentes que encontraba eran jóvenes de veinte años, pero que habían escuchado buena música desde los cuatro.
Ya sabemos que nuestros niños reciben en la escuela una asignatura que aborda la Lectura, y otra la Educación Musical, pero es evidente que no basta. Es necesario que la familia tome cartas en el asunto, amén de que la escuela también trate de educar, además de instruir, para que la sensibilidad artística, es decir humana, del niño comience a forjarse desde los primero años de vida. Si para Martí un pueblo se mide por el tipo de hombre y de mujer que en él se reproduce, entonces la formación de ese ser humano implica también una responsabilidad social de la que nadie está exento. Y si un pueblo está en condiciones para asumir y cumplir este deber elemental e ineludible, es el pueblo cubano.
El sistema institucional de la cultura abarca todo el espectro de nuestra sociedad, abierto a las más diversas posibilidades formativas. Desde los instructores de arte en las escuelas y el promotor cultural en el barrio, hasta nuestras insignes academias e institutos. Es necesario complementarlo con lo que él, si bien puede fomentar y alimentar, no puede garantizar: la voluntad individual y colectiva de cultivar su espíritu, único camino de ascenso humano.
En medio de la vertiginosa carrera que constituye la existencia para los que hoy habitamos el planeta, es necesario hacer un alto de vez en cuando para tratar de vivir esa experiencia maravillosa que significa formar parte consciente, aunque sea por unos pocos años, de aquello que Martí llamó “el alma universal”. Por eso ha de comprenderse que para adquirir, vivir y construir en ese espacio infinito que llamamos cultura, no basta comprar, por moda temporal, libros que a veces no leemos, ni siquiera leerlos sin que luego tengamos con quién comentar su lectura, porque “nos faltan” espacios, como si los espacios del diálogo, la tertulia, la conversación sabrosa y útil, tuvieran que entregárnoslas en un plan de trabajo y no fueran necesidad de nosotros producirlos, inventarlos, defenderlos.
En un pueblo cuya génesis está en las ideas que se discutían en las tertulias, que no surgieron sino de la insaciable necesidad humana de comunicar; en un pueblo conversador por tradición y por naturaleza, el arte de conversar se ha ido perdiendo, ahogado por una jerga insulsa que degenera más que aviva nuestra inteligencia y nuestra lengua, contaminado por el chisme y la banalidad. Existen, por supuesto, honrosas excepciones, pero lo triste es que en un pueblo sin duda instruido como el nuestro, esos deliciosos momentos que nos depara una conversación inteligente, que ayuda a levantar el espíritu sobre la pequeñez cotidiana -como le pedía Tagore a su dios- no debieran ser eso: excepciones.
Instrucción no es sinónimo de cultura. Sobran los ejemplos. Forma parte importante de ella, nada más. Por lo tanto no basta la instrucción escolar de la primaria a la universidad, como tampoco bastan la red de Bibliotecas Públicas, de Casas de Cultura, de Librerías donde confluye una política editorial enfocada, no como un negocio, sino como un medio para contribuir al crecimiento humano, ni las redes de galerías de arte, de teatros, de salas de concierto, si no fomentamos en nosotros mismos y en los demás la voluntad de asistir a ese espacio vital donde se concreta nuestra condición humana, que es el de interactuar con nuestros semejantes.
En las grandes ciudades la vida cultural siempre es más rica, pero ello no excusa al municipio, a la comunidad, a la pequeña institución, al promotor natural o profesional, y mucho menos al propio individuo, de intentar cuanto esté a su alcance para fomentar y educar el gusto, propiciar espacios, convocar voluntades, promover lo mejor de cuánto hemos podido acumular en estos siglos de forja y combate, para que la cultura cubana, como una inmensa cordillera, siga a la vez hundiendo sus raíces en la profunda tierra y empinando sus cumbres hacia el sol.

El periodismo basura


Me canso de arremeter contra los políticos y su facilidad para mentir, para cambiar de bando o de ideas; me canso de atacar a los gobernantes y su facilidad para sobornarse la conciencia;
me canso de vocear contra la jerarquía católica y su facilidad para retorcer las cosas y para escudarse en su condición humana cuando se les pilla in fraganti en graves imposturas o defienden lo indefendible de la pederastia que les concierne...
Pero no me canso de sentir repugnancia hacia los periodistas y los medios que se hicieron cargo de velar por la moral y la ética después de la dictadura franquista, compitiendo con la clerigalla. Y me producen náusea porque, a diferencia de lo que sucede con la reli¬gión y sus servidores a los que podemos ignorar olímpicamente no entrando en sus templos, al periodismo y a los periodistas los te¬nemos hasta en la sopa. Son como las cucarachas: están por todas partes y es muy di¬fícil evitarles en la vida cotidiana. Para rehuirles tendríamos que aislarnos, tendríamos que dejar de leer periódi¬cos y de ver casi todas las cadenas y programas de televisión; lo cual es harto problemático. Sea como fuere, el excesivo protagonismo del periodismo en cualquier materia es peligroso, pero el periodismo dedicado a hurgar en las vidas ajenas comunes es especialmente sofocante y abe¬rrante, cuando no causa de desgracias persona¬les.
Y me indignan, porque no basta con no ver esos programas que te asaltan en cualquier esquina del día, sino que esa clase de perio¬dismo, para explicar los programas basura, recurre al cínico ar¬gu¬mento de que "es lo que demanda el espectador". Se erige en árbi¬tro de todo, lo juzga todo, no deja títere con cabeza y, como si fué¬ramos presidia¬rios, nos sirve bazofia tras bazofia sólo porque nos comemos la bazofia. Tiene la misma catadura que ese empresario que aduce que sus trabajadores perciben sala¬rios de hambre en comparación con lo que gana él, porque le han ido a pe¬dir tra¬bajo. O la misma que el narcotraficante que alega que vende droga, porque se la piden los drogadictos. Pregunte ese periodismo al pe¬riodismo académico. ¿Cree realmente el periodismo académico que, porque lo ve, el espectador "demanda programas basura"? ¿No les induce él y a su constante bombardeo psicológico a que los vea?
El periodismo ha desenfocado su función social que no dista gran cosa de la que tiene la prostitución de salón, si es que alguna vez la ha tenido enfocada y se ha planteado colaborar con los ciudadanos en su engrandecimiento moral.
Por eso digo a menudo que los periodistas han sustituido en los púlpitos, al me¬nos en este país, a la clerigalla. Esta ha per¬dido prác¬ticamente toda la influencia que tuvieron en los regímenes absolu¬tistas y luego en la dictadura. El testigo de la influencia ha pa¬sado a manos de los periodistas con su pluma, con su verbo y su vida per¬sonal. El periodismo tiene, o debiera tener, mucho de asce¬tismo. Sin embargo, con el pretexto de dar lo que demanda el es¬pectador, por un lado, exprimiendo la bajeza que hay en el ser humano en cuanto se le atizan un poco los instintos, por otro, y con el enorme influjo que ejerce la "cultura" pasiva recibida a través de la televisión, el pe¬riodismo -ese periodismo basura- está llevando tan lejos su voraci¬dad, que le degrada y degrada a los espectadores; está creando monstruos en lugar de reforzar la dignidad del ciudadano.
Hacer caso del quiasmo de Lope de Vega cuando dice que "Si el público es necio, es justo hablarle en necio para darle gusto" porque conviene a la otra "cultura" implacable, la del dinero; hacerse pasar el periodismo por tutor de la ciudadanía, unas veces, y otras por orientador moral para sacudirse al final su responsabilidad moral es una de las maniobras más perversas en la sociedad moderna que convierte, por este simple hecho, a la democracia en demagogia li¬derada y rentabilizada por el periodismo marrón.
La ley penal debiera condenar el periodismo basura, estupidizante y embrutecedor, aunque sólo fuera por la salud mental y global del ciudadano. Debiera condenarlo como condena el narcotráfico o el tráfico de órganos. Yo diría que sólo de¬biera levantar la veda cuando permitiesen la venta libre de todos los estupefacientes.
Ahora invito al lector a que encuentre las diferencias entre prostitu¬ción, cohecho y periodismo basura.

Por Jaime Richart

miércoles, 13 de octubre de 2010

medio pan y un libro


Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre', piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!' Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura'. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

viernes, 8 de octubre de 2010

70 años del nacimiento de John Lennon


Empezaban a sonar las sirenas antiaéreas alrededor de las seis treinta de la madrugada del 9 de octubre de 1940, cuando Mimi Smith cruzaba la puerta del Hospital de la Maternidad de Liverpool. Durante las últimas veinticuatro horas había estado llamando constantemente al hospital intentando saber algo sobre el estado de su hermana favorita, Julia Lennon. Hacía ya treinta horas que estaba de parto y los médicos se disponían a hacerle la cesárea…”
Así comineza la biografía de John Winston Lennon (lo de Winston fue un ataque de patriotismo de su tía, en plena 2ª Guerrra Mundial). Tantas cosas se han dicho y escrito sobre él que no ha lugar intentar descubrir nada nuevo a estas alturas que no se sepa ya de este icono, nacido hoy hace setenta años.
Adorado en vida como una especie de juglar mágico que marcara el ritmo de los sesenta, una vez muerto fue llorado como el santo mártir del movimiento internacional por la paz. Por cierto, este próximo 8 de diciembre se cumplen treinta años de su muerte. Como todas las grandes figuras de la historia, estaba dotado de un genio capaz de utilizar los recursos de la cultura, en este caso de la música rock, y del lenguaje llano para poner de manifiesto las cosas más cotidianas. Como dice Albert Goldman en su libro “Las vidas de John Lennon”, merece ser honrado como una inspirada voz contemporánea y como un poeta armonizador.El baul de mi desván